Tiksi: el abandono, nunca el olvido. Evgenia Arbugaeva

Evgenia Arbugaeva

La ruta marítima del norte conecta el Pacífico y el Atlántico a lo largo de la costa de Rusia, atravesando aguas árticas que en determinados puntos sólo se descongelan dos meses al año. Una ruta que surca las aguas del paralelo 71, tan hostil que no fue viable utilizarla hasta la llegada de la radio, el barco de vapor y los rompehielos.

Tras la revolución rusa de 1917 el aislamiento hizo que la Unión Soviética buscara la forma de unir el este y el oeste de su vasto territorio por la vía más corta: el mar. Además, era la única ruta que discurría íntegramente por aguas rusas. Pero poco duró el esplendor de la ruta del noreste: en 1935 se abrió oficialmente para su explotación comercial, y con del desmembramiento de la URSS la navegación mercantil en el ártico se desmembró también. Como tantas otras cosas.

Los puertos que sobre ella se encontraban son ciudades cuyo principal atractivo, a día de hoy, pasa por el morbo de lo extremo: el puerto situado más al norte, la ciudad con las temperaturas medias más bajas, la región con la naturaleza salvaje más espectacular de Siberia, o por aparecer en un videojuego de 007. Y así, Arcángel, Dikson, Khatanga, Tiksi. Tiksi…

En sus mejores tiempos la población de Tiksi superaba los 12.000 habitantes, la mayoría de los cuales trabajaban en el puerto.las bases militares y estaciones científicas. A principios de los noventa, muchas de las estructuras gubernamentales se disolvieron y los proyectos del norte perdieron su financiación por lo que, en poco tiempo el puerto, las bases militares y las estaciones científicas, se cerraron.

Tiksi es el ejemplo de cómo el olvido y el abandono no van de la mano. Evegenia Arbugaeva nació allí a mediados de los ochenta y ocho años más tarde sus padres, ambos maestros, se fueron de la ciudad-recuerdo que ya no podía absorber la misma cantidad de población que la ciudad-puerto. En los veinte años que han pasado sus supermercados están cada vez menos abastecidos, su población se ha visto terciada y su aeropuerto cerrados. Pero su mar sigue helándose diez meses al año, y la aurora boreal sigue hechizando el cielo en las noches claras de mucho frío.

Yo tenía 8 años cuando nos fuimos, y desde entonces nunca he podido olvidar Tiksi. El paisaje, los colores, y los momentos de pura imaginación dejaron una impresión duradera en mí. Siempre he querido ser esa niña otra vez.
El pasado invierno, por primera vez en 18 años me fui de nuevo a Tiksi. El paisaje aún estaba allí, pero la ciudad estaba casi abandonada.

Evgenia no estaba segura de la fidelidad de sus recuerdos, se habían convertido en imágenes tan surrealistas que llegó a pensar que las cosas que los poblaban pudieran existir en el mundo. Pero existían, y esto es el resultado de su reencuentro con Tiksi.

Irene Morán, 2014
Un trozo de cartón en Facebook

Evgenia Arbugaeva, Tiksi
La ruta marítima del norte
Tiksi en wikipedia

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