Jueves 1 de agosto de 2013, 09:00h. La vida no podía parar.
Ni podíamos ceder a la estrategia de comparecer el primero de agosto por la mañana. Pero tampoco podíamos dejar de vivir porque, aunque nos bailen a su son, todos tenemos una esfera privada en la que el monólogo es sólo nuestro. Y el primero de agosto era sólo un día más.
Mientras en el Senado se orquestaba un teatrillo de marionetas con un final tan predecible como el de Blancanieves, nuestra vida siguió. Con la radio en un segundo plano, con titulares cada hora y tweets en avalancha.
No, señor Presidente, no, Señorías. No es que no nos importe. Es que los debates que libran admiten cuatro posturas estratégicas* y para llevarlas a cabo hay que estar allí. Mientras nuestros representantes afilaban las lenguas en este juego sin árbitro, en el que las tablas, a pesar de ser evidentes, no pueden ser una opción, seguimos cada uno con nuestra vida. Un jueves más. m
* Ries y Trout, Guerra del Marketing.
- Defensa: sólo la puede hacer el líder, los movimientos competitivos siempre deben ser bloqueados. Cubrir los puntos débiles antes de recibir ataques.
- Ataque: atacar al líder. Buscar la debilidad en la fortaleza del líder y atacar ese punto. Lanzar el ataque en un frente tan estrecho como sea posible.
- Flanqueo: debe hacerse dentro de un área poco o nada disputada. La sorpresa táctica debe ser un elemento importante del plan. La persecución es tan fundamental como el ataque en sí mismo.
- Guerrillas: localizar una sección lo bastante pequeña para poder defenderla. No importa qué tan exitoso seas, nunca actúes como líder. Estar preparado para retirarse en el momento que se le avise. Agresividad.